viernes, 6 de septiembre de 2013

Previo Madrid Segovia

La Madrid-Segovia es una de esas carreras que se hacen desde el cariño. Bien organizada, pero con mucho cariño.

Cuentan con una organización enteramente voluntaria, que cada año se esfuerza en hacerlo mejor y con más ganas. Muchos de los que nos hemos topado con la carrera captamos y agrademos esa buena voluntad y la hemos metido en los calendarios como imprescindible (la carrera, no la buena voluntad, que de eso falta mucho por el mundo). Cada año agota sus inscripciones antes y sus 100 kilómetros se han convertido rápidamente en una referencia en ultradistancia en el centro peninsular.

Tiene un poco de "asfaltera" y atrae a gente que se prueba por primera vez en la distancia de 100 kilómetros. Hay mucho maratoniano que después de hacer los 42.195 en primavera se entrena un 100.000 para el Otoño, medio andando, medio corriendo. El recorrido es un poco de rompepiernas y hay mucho campo, aparte de subir y bajar el puerto de la Fuenfría, para que los montañeros y correcamperos también nos demos por satisfechos, aunque echemos de menos que nos metan por alguna trailera infame o que nos suban por la Senda Borbónica, trazado ortodoxo del Camino de Santiago de Madrid a Segovia, por donde se desarrolla casi toda la carrera.

Punto de salida de la carrera: Plaza castilla, Madrid.
La voluntad no lo es todo. Lleva uno, por suerte o por desgracia, muchos años en contacto con el voluntariado, como voluntario y como profesional, como responsable de voluntarios a veces y como formador de personas que van a ejercer un trabajo voluntario (en mi caso en el ámbito de "lo social") como para ignorar que muchos voluntarios hacen las cosas mal. Parece que cuando alguien hace algo sin pedir dinero a cambio, podría sentirse más allá de las críticas, que tiene que recibir reconocimiento, que puesto que no se le paga, lo que se hace no tiene que aspirar a la excelencia. Si lo que uno hace "es bonito", "es necesario", a veces se obvia que se hace chapuceramente.

A veces uno hace todo lo que puede y no sabe hacerlo bien. A mi me pasa a veces.

Si lo caro es bueno y lo barato es malo, lo que es gratis, referido a la fuerza de trabajo que el voluntario regala, parece que está más allá del bien y del mal. Y es que se nos exige a veces ponernos en lugar de la organización para comprender las dificultades a las que se enfrentan, y es un ejercicio que todos los corredores, ciertamente deberíamos hacer alguna vez. Ponerse en su lugar literalmente, a echar una mano.

Mi primer contacto con las carreras de montaña fue, precisamente, como voluntario del Maratón Alpino Madrileño en 2006. Cuando aún no me tomaba como una posibilidad eso de correr por el monte. Una experiencia estupenda y que me dejó en la cabeza el poso ese de "algún día tengo yo que hacer algo así...". En 2007 me estrené en el trail running con el MAM, el así llamado maratón más duro del mundo. Después he podido estar de voluntario en otras grandes competiciones, organizados por distintos promotores. Se comprende mejor el mundo de las carreras cuando te pones un rato del otro lado, cuando decides que esta vez eres tú quien va a ser providente.

La voluntad está sobrevalorada. Quizá por las películas dulzonas de la factoría hollywoodiense, las que repiten "si lo deseas con fuerza lo conseguirás", las de "si quieres, serás un triunfador". Lo vemos cuando se habla con admiración de la voluntad de algunas personas con discapacidad al realizar tareas que consideraríamos normales o cotidianas, cuando se convierte en una historia de voluntad y superación lo que es el ejercicio de un derecho (seguramente porque así no nos preocuparán las personas que no disfrutan de ese derecho. Si vivir autónomamente está vinculado a ser un "superheroe", las administraciones no tienen que preocuparse por la accesibilidad), cuando se prejudga (positivamente) a todo un colectivo para expresar una simpatía o una ausencia de prejuicios. El mero hecho de pensar que alguien, sin conocerlo, por tener una discapacidad, tiene una voluntad fuerte... demuestra que, efectivamente, se tienen muchos prejuicios sobre el colectivo y se judga a todos por un mismo rasero, la parte por el todo, aplicándoles un estereotipo edulcorante, en este caso, pero también despersonalizador.

Cuando alguien organiza una carrera asume una carga de trabajo, una responsabilidad y demuestra una generosidad enorme, pero ello no quiere decir que solamente por eso deba estar más allá de toda crítica. Entre los simpatizantes de los grandes clubes de carreras de montaña hay a veces una sana rivalidad a la hora de organizar carreras, pero algunos de sus miembros tienden a encontrar con más facilidad los errores organizativos ajenos que los propios. Espero que no se me acuse de "hacer amigos", porque tengo muchos y buenos en aquellos clubs en los que precisamente estoy pensando.

En el caso de la Madrid Segovia nos encontramos con gente que dedica su tiempo, esfuerzo y capacidad organizativa a un evento y les sale realmente bien. El año pasado pude estar como voluntario con ellos y ver el porqué. Buena logística, experiencia, voluntad (si, claro) y mucho cariño. Es su carrera y le ponen amor, un ingrediente muy importante. El deseo del bienestar ajeno, de que otra persona esté bien y darle algo generosamente, i. e. amor. Arriesgarse a llevarse un palo injusto pero darlo todo.

Como diría mi GPS: Continúe 100 kilómetros por el Camino de Santiago y su destino estará a la derecha.
El Acueducto de Segovia.
Como en otras cosas de la vida, cuando se hace algo para satisfacer la propia vanidad, se aceptan muy mal las críticas y se exige el halago (al fin y al cabo, si YO no te organizo la carrera, si no la hago, te quedas sin ella). No te apuntes nunca más si no te ha gustado. Es puro chantaje. Lo tomas o lo dejas, esto es lo que estoy dispuesto a darte. Si lo que se busca el que otras personas sean felices haciendo lo que les gusta, siempre se quiere mejorar y arreglar lo que haya salido mal anteriormente. Se pone voluntad... voluntad añadida.

El 21 espero salir corriendo de Plaza Castilla y llegar unas horas después (no me atrevo a hacer cálculos, depende de muchos factores) al Acueducto de Segovia y disfrutar por segunda vez como corredor del recorrido.

A ver si luego hago una crónica, que siempre se me quedan pendientes contar muchas cosas por no querer hacerlo con retraso. Pasan los días y ya no tiene sentido poner por escrito la última aventura del verano o la última carrera en que he competido.

Pondré mi mejor voluntad en ello.

Ah, si, y cariño.




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